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El Morro de Arica
Arica no podría existir sin su morro como Chile no podría existir sin el Pacífico. Por tradición, este promontorio es el último límite territorial de Chile. Es una experiencia que vale la pena visitar.
La historia cuenta que durante la Guerra del Pacífico (1879-1880) el morro de Arica fue tomado por las tropas chilenas en una acción heroica después de sólo una hora de lucha contra el ejército peruano-boliviano. Esta hazaña histórica tuvo lugar el 7 de junio de 1880 y desde entonces ha marcado los límites territoriales del norte del país.
Hoy, más de un siglo después de tan épico acontecimiento, los visitantes sólo tienen que subir los casi 200 metros que se elevan del mar para contemplar la enorme Ciudad de Arica. Quienquiera que alcanzara la cima de este morro en esos días, obtendría inmediatamente el control de la ciudad. Hubo muchas bajas. En cuestión de minutos, casi 2 mil soldados de ambos bandos perdieron la vida.
En la actualidad, las bayonetas y los cañones se ven a primera vista como objetos del pasado, así como el museo histórico (instalado en el lugar que ocupaba el Fuerte de Arica) y la explanada, desde donde se puede observar la belleza de la ciudad.
Atardecer para los románticos
Pero más allá de las guerras y los conflictos que dieron origen a la historia local, hoy en día el morro no ha dejado de ser un lugar místico donde cientos de parejas se reúnen todas las tardes para contemplar la puesta de sol.
El mismo momento en que el sol se pone en el océano y se ahoga en la inmensidad de las profundas aguas azules del mar es un ritual que logra mantener en vilo a decenas de visitantes de todo Chile y otras latitudes del mundo por cuestión de minutos.
Los visitantes que vienen en auto deben subir por la calle Sotomayor hasta una gran explanada donde pueden estacionarse y obtener una majestuosa vista de la ciudad. Los que opten por subir a pie deberán recorrer los casi 150 metros de altura por el sendero peatonal que comienza al final de la calle Colón, señalizado con señales de tráfico.
En ese lugar, podrán observar los vestigios de antiguas fortalezas, como el Fuerte Ciudadela, el Fuerte del Este, el Morro Gordo y la Base del Morro Bajo. Todos estos sitios fueron construidos por el gobierno del Alto Perú y no eran más que defensas contra los diversos ataques de la zona, incluso contra las incursiones de los piratas.
Pero lo que más atrae a los ojos de los visitantes es el Cristo de la Paz, también llamado Cristo de la Concordia, que con sus dos brazos abiertos invita a los espectadores a pensar en la paz por encima de todas las diferencias nacionalistas. Con sus 11 metros de altura y sus casi 10 metros de ancho, esta hermosa figura observa la ciudad de Arica desde las alturas y se convierte en un punto de referencia a la hora de adentrarse en los estrechos y sombríos árboles de la ciudad.
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